Cerrando el ejercicio económico 2022, el mercado asegurador se presenta con el 70% de las aseguradoras con resultado técnico en saldo negativo, indicador influenciado por la severidad que pareciera incontrolable bajo un contexto económico desfavorable y la no determinación de los costos razonables de proveedores, lo que imposibilita la estimación de tarifas suficientes que garanticen la rentabilidad de la actividad aseguradora y que sean viables con los recursos de los tomadores.

Haciendo un análisis simple del entorno y considerando la carencia de una política de previsión social sostenible, hace más importante el objetivo de nuestra actividad, pero aun hay mucho por evolucionar para una asegurabilidad adaptada a las necesidades e inclusiva.

Un potencial mejoramiento podría lograrse con la implementación del insurtech, en conjunto con una gerencia de inteligencia que persiga la eficacia y la calidad de servicio, siempre teniendo presente que por nuestra experiencia, la mayor captación de primas no implica el mejor resultado, ni la mejor gestión.

Pasaremos al nuevo año aun expectantes ante el impacto, tras su aprobación, de los aspectos de fondo de la Ley de la Actividad Aseguradora, pero con la firme esperanza de que forjaremos un año de mejoras competitivas y con mejor participación de los actores involucrados.

Queda en nuestras manos el aprovechamiento de las oportunidades.

Por Jacqueline Malony Actuario

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