Durante mis visitas a la Academia Nacional de la Historia, ubicada en el Palacio de las Academias y durante mis investigaciones sobre el tema Asegurador, me encontré con la información de una empresa que operaba en Caracas, dedicada al seguro de responsabilidad civil vehicular.
Fue en la primera década del siglo XX, se llamaba Seguros Dusseldorf y había sido fundada en Alemania. En virtud de las «restricciones» que, impuso el Estado venezolano en la materia, cedió la cartera a C.N.A. de Seguros La Previsora, retirándose sus operadores a su país de origen.
Siguiendo la trayectoria de aquella cesión y durante la gestión de la Doctora Morelia Corredor Ochoa, ex Superintendente de Seguros, tuve la ocasión de leer un viejo documento, dónde C.N.A. de Seguros La Previsora le cedió dicho portafolio a Seguros Ávila, C.A., que, había sido fundada en septiembre de 1931.
Las primeras estadísticas en seguros, datan del año 1936 (al crearse la Fiscalía de Seguros) y una porción importante en las cifras, correspondieron al seguro de responsabilidad civil vehicular.
El Estado, con el fin de garantizar la protección a los terceros, estableció con obligatoriedad el seguro de responsabilidad civil, pero también reglamento que pudiese garantizarse con fianza o cualquier otra forma autorizada y que podría ser, prenda e incluso hipoteca.
La huelga de los choferes en el Estado Táchira en el año 1958, obligó a suspender dicho requisito. Dos Leyes de Tránsito (1960 y 1962) y sobre todo la última, trataron de conciliar disposiciones legales con las cláusulas contenidas en la póliza de responsabilidad civil.
La última Ley dispuso que, el propietario fuera solidariamente responsable con el conductor, estableciendo las siguientes cantidades: Bs. 5.000,00, para daños a personas y, Bs. 2.500,00 para daños a cosas.
Para entonces, la inflación era muy baja y dichas garantías, estaban acordes con la floreciente economía que vivió Venezuela en las siguientes décadas. Hoy, esas cifras serían irrisorias para resarcir cualquier daño, pero el célebre Oscar Yanez, diría jocosamente que, así son las cosas.
Prof. Pastor Ascanio Heres