La praxis, entendida como la acción reflexiva y transformadora, y la gerencia creativa, caracterizada por su enfoque innovador y disruptivo, se unen en un binomio inseparable para impulsar el cambio y el progreso.

La gerencia creativa no se limita a la gestión tradicional, sino que se nutre de la praxis para convertir ideas en acciones concretas y tangibles, por lo tanto, esta unión permite enfrentar los desafíos con ingenio y creatividad. La praxis, al ser una acción reflexiva, dota a la gerencia creativa de la capacidad de analizar situaciones complejas y encontrar soluciones novedosas.

Por otra parte, transforma ideas en realidades. La gerencia creativa, con su enfoque proactivo y disruptivo, convierte las ideas en proyectos viables y tangibles que generan un impacto positivo.

Así mismo, promueve el aprendizaje continuo. La praxis, al ser un proceso de aprendizaje constante, permite a la gerencia creativa adaptarse a los cambios del entorno y desarrollar nuevas habilidades.

Adicionalmente, fomenta la colaboración y el trabajo en equipo. La gerencia creativa, al valorar la diversidad de perspectivas, propicia la colaboración y el trabajo en equipo para alcanzar objetivos comunes.

En un mundo en constante cambio, volátil, multifactorial, multicausal, la praxis y la gerencia creativa son herramientas fundamentales para las organizaciones que buscan innovar, adaptarse y prosperar. La combinación de estas dos fuerzas permite a las empresas desarrollar una cultura de innovación, generar productos y servicios disruptivos y alcanzar un éxito sostenible.

Considerando todo lo antes indicado, la praxis y la gerencia creativa no son conceptos aislados, sino que se complementan y fortalecen mutuamente. Al abrazar este binomio, las organizaciones pueden abrir las puertas a un futuro de posibilidades infinitas.

Fuente: https://n9.cl/engs8

Por Agencias

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