EL LLEGAR A SER: intentaremos enfocar nuestra situación como Ciudadano desde el punto de vista del riesgo que a fin y al cabo es lo que hemos tratado de aprender y enseñar en nuestra profesión de actuario.
Enfocamos el riesgo como elemento político del comportamiento de El Ciudadano en su realidad, entendida como un proceso al cambio mediante el cual se posesiona con su llegar a ser dentro de la sociedad.
El riesgo visto así, tiene dos componentes uno, el riesgo como individuo cuando está formado para decidir que espera él de él mismo, y, otro, las oportunidades que le ofrece la sociedad para alcanzar ese llegar a ser. Sin esto dos elementos no es posible la evolución de una sociedad: las sociedades avanzan en la medida de que sus ciudadanos son bien educados y formados.
EL PASADO NECESARIO: Todo nuestro patrimonio es producto de la formación familiar y formación académica, en algunos públicos y en otros privados. Familiar porque nuestros padres, nos inculcaron que las cosas se consiguen solo de dos maneras, una, estudiando y, otra, trabajando. Juntos conforman el esfuerzo para el Bien Hacer, alcanzar el Bien Tener para conseguir el Bien Estar.
Por ello, venimos de una sociedad que, con todas sus imperfecciones, ella misma nos enseña a ser mejores, a gestionar lo imperfecto, ya sea en el hogar, en el trabajo y dentro de la misma sociedad. Es el ciclo en el cual los hijos están mejores formados que los padres.
Dentro del ámbito gerencial en el cual nos hemos movido no menos cincuenta años, hemos aprendido que la gerencia es un ciclo positivo: Aprender, Enseñar, Aprender. Entre más aprendemos más enseñamos y así será hasta el fin de la vida. Con este ciclo creamos generaciones de relevo, quien releva es mejor que la anterior generación. Es decir, estamos evolucionando, según cada quien haga su papel dentro de la sociedad. Por esta razón es que creemos firmemente en la gerencia por el aprendizaje o mejor la gerencia de lo imperfecto. Y así, se construye una democracia, donde lo que más tienen ayudan a los que menos tienen en capacidad y recurso para mejorar la imperfección. Lo imperfecto debe considerarse como una oportunidad para mejorarnos en lo personal y en la sociedad.
HACIA DONDE VAMOS: La respuesta más lógica que se nos ocurre, es que no sabemos hacia dónde vamos o más sincero lo sabemos, pero el temor nos hace huidizos y escondemos el peligro, lo cual conduce a lo catastrófico. Este temor hace que la actitud, la disposición al ánimo, disminuya o se pierda en el tiempo y llegamos a la dejadez, la apatía, falta de vigor o energía. Y este estado anímico nos lleva a tomar una aptitud, la capacidad de hacer, a los mismos niveles de la actitud. Al encontrarse ambas cualidades en un rango mínimo, el ciudadano empieza acostumbrase y se mantiene en ese día a día, es apático.
La costumbre hace perder el albedrío, la potestad de obrar por reflexión y elección. Más aún, si no existe el albedrío no estamos en capacidad de escoger la vida, el futuro no depende de nosotros mismos, el futuro se limita a obedecer, no existen alternativas. Dios en su sabiduría[1] nos plantea su albedrío, nos invita a escoger la vida, escuchando su voz. Es decir, tomamos o dejamos a Dios.
EL RIESGO Y LA CERTEZA: El riesgo de un evento está definido por la certeza de su ocurrencia. Si aumenta la certeza de que un evento ocurra es porque la incertidumbre de que no ocurra es menor. Si transitamos por una calle solitaria y oscura la posibilidad de un asalto, aumenta, es decir, es mayor la certidumbre de que nos ocurra y disminuye la incertidumbre de que no nos ocurra. La solución es darle a la calle buena visibilidad y vigilancia. Pero, en nuestro día a día, no acontece así, la calle sigue oscura y más oscura. Hoy tenemos más certeza de que nos ocurra, lo que no queremos que ocurra.
Esta situación nos está generando, como ciudadanos, una impotencia de cómo actuar ante esta certidumbre de encaminarnos hacia una vida donde la premisa es sin albedrío, es decir, un o lo tomas, o no lo tomas.
Y este es el peligro que, al disminuir la libre escogencia, aumenta el temor como ciudadano. Y el temor trae el peor riesgo humano posible, la adaptación, dado que, si aumenta el temor, aumenta la adaptación, entonces, nos han cambiado la sociedad, estamos adaptados. La adaptación por obligación nunca es para mejor. Seguimos las leyes más por miedo al castigo que por una adhesión profunda. Entramos en el ciclo de dejar pasar la vida, en lugar de vivirla.
En este proceso de adaptación aparece un nuevo peligro actuante sobre la libre escogencia al momento de buscar la información adecuada para la toma de una posición. Este peligro es el silencio que juntamente con a la desinformación actúan de la misma manera, no da oportunidad de escoger entre opiniones. El silencio y la desinformación actúan contra el sentido de la oportunidad, del equilibrio para saber a qué atenerse y tomar decisiones o postura, es la falta de racionalidad.
Y esta falta de racionalidad, nos identifica el evento a que nos llevó el peligro del temor, el miedo y la falta del albedrío. Tenemos que resarcir ese daño como ciudadanos, disminuyendo estos peligros.
CÓMO TRATAR EL PELIGRO[1]: El riesgo siempre se minimiza con la Prevención, tomaremos el método proactivo para la disminución del peligro que se caracteriza por los principios de colaboración, sensibilización, solidaridad, trabajo en equipo, etc. entre los actores participantes. En este caso entre ciudadanos. La prevención aplicada a El Ciudadano.
Primera medida. la Educación: el gran pensador del S. XVII Spinoza nos analizó el peligro que plantea la falta de racionalidad en los seres humanos, será nuestra guía de cómo tratarlo.
“… la “obediencia exterior” es más fuerte que “la actividad espiritual interna”, usando sus propias expresiones, nuestras democracias se arriesgan a debilitarse. Por eso recuerda la importancia crucial de la educación de los ciudadanos, la cual no debe limitarse a la adquisición de conocimientos generales, sino también a la enseñanza de la convivencia, la ciudadanía, el conocimiento de sí mismo y el desarrollo de la razón. Después de Montaigne, que abogaba por una educación que consiguiera cabezas “bien hechas” más que cabezas “bien llenas”, Spinoza sabe que cuanto más capaces sean los individuos de adquirir un juicio seguro que les ayude a discernir lo que es bueno de verdad para ellos (lo que llama “la utilidad propia”), más útiles serán a los demás como ciudadanos responsables.”(Resaltado nuestro). Nuestro Ilustre venezolano Don Rafael Cadenas – premio Cervantes 2023 – en su discurso se refiere a la democracia en estos términos:” …Yendo hacia la idea de revisión, pienso que esta debe aplicarse a la democracia. Es urgente defenderla de todo lo que la asecha y para ello se requiere recrearla. Esa tarea le incumbe a la educación, que la ha descuidado.” (resaltado nuestro).
Segunda Medida. La Salud: la Organización Mundial de la Salud, la define así: «Salud no es sólo la ausencia de enfermedad, sino también es el estado de bienestar somático, psicológico y social del individuo y de la colectividad».
La definición incluye lo social como problema de salud del individuo y de la colectividad, lo cual la hace pública. No solo alcanza el concepto clínico – somático y psicológico – sino que comprende lo social: vivienda, trabajo, salario, medio ambiente, recreación, educación, etc.
EN CONCLUSIÓN: Estas dos medidas si las juntamos conforman la Seguridad Social. Vista así: El Ciudadano tiene dos proveedores, uno público, el seguro social y obligatorio, otro, privado y opcional, los prestadores de servicios de atención en protección y educación al alcance de quienes tienen poder adquisitivo.
La Sociedad Civil organizada, como respuesta a esta falta de racionalidad, debe organizarse tomando como norte hacia una educación con Mentes Bien Hechas y lograr el Concepto clínico – somático y psicológico de El Ciudadano. Mediante el concierto de los dos proveedores para actuar en la misma dirección.
Entonces, nos preguntamos: ¿no será posible que Estado y Sociedad Civil lleguen a acuerdos de interacción en beneficio de la ciudadanía? El Estado como Rector, Promotor y Dinamizador y la Sociedad Civil como Protagonista y Veedora, debe dejar su rol de ser reactiva, debe ser participativa. Ambos actuantes comprometidos con el deber constitucional hacia El Ciudadano.
Este tema de la Seguridad Social es muy extenso, por lo cual estos escritos son limitantes. Es un tema que no se ventila a nivel profesional y público a pesar del interés social para El Ciudadano.
Lo resumimos así: Salud y Educación: raíces de un País.
Los invitamos a repasar nuestra caractuarial N.º 9
Mis Saludos. José Vicente Angarita.
28_04_2023
P.D. Honor a quien Honor merece, mis respetos Don Rafael Cadenas. Y mil gracias por enaltecer nuestro gentilicio.