El envejecimiento de la población se ha visto tradicionalmente en el mundo del seguro más como una amenaza que como una oportunidad, ya que en muchos casos las personas mayores dejaban de tener potencial de crecimiento, bien porque dejaban de ser un colectivo asegurable (vida, accidentes, salud o decesos), bien porque tenían una necesidad cada vez menor de aseguramiento (coche u hogar). El seguro más extendido entre las personas mayores era el de ahorro, normalmente en forma de rentas, y es en esos seguros en los que el aumento de la esperanza de vida tiene un efecto negativo para las compañías.
Pero los tiempos cambian, la sociedad evoluciona, las compañías se modernizan, llega la digitalización, el big data, etcétera, y el cuadro que podemos pintar es mucho más halagüeño.
Así, en los seguros de vida los avances en la tarificación han hecho que la edad de permanencia admitida se alargue hasta los 75, incluso los 80 años, aunque es cierto que llegando a esas edades la prima a pagar ya es más alta comparada con el capital. Por contra, donde sí sigue teniendo mucho sentido el aseguramiento es en accidentes y salud, aunque no se puede ocultar que, en algunos casos, con coberturas más limitadas, ya que en otro caso el precio sería inasumible; pero, a cambio, con servicios muy bien pensados para el colectivo sénior como teleasistencia, videollamada de urgencia, asesoría legal, etcétera.
En cuanto al seguro de decesos, en el que, tradicionalmente, si no entrabas de joven ya una vez llegada determinada edad era imposible o prohibitivo, hoy en día, con el desarrollo de las modalidades mixtas y de las primas únicas, ya no existen barreras de entrada por motivos de edad.
En el seguro de coche o de hogar, los avances en la personalización de los productos —pago por uso, libre elección de coberturas, etcétera— hacen que las personas mayores puedan tener unos servicios adaptados a sus necesidades.
Sobre los seguros de ahorro, los avances en la modelización de la esperanza de vida hacen que también las compañías tengan una oferta cada vez más atractiva que permita a las personas mayores ir disfrutando de sus ahorros con tranquilidad y con una rentabilidad interesante, y de ahí el resurgir de la hipoteca inversa.
Entre las asignaturas pendientes destaca el poco desarrollo que tiene en España el seguro de dependencia, ya que para él es necesario ir haciendo una hucha desde muy joven, a diferencia de lo que sucede en muchos países europeos con mucha más cultura de la previsión, algo que, desgraciadamente, aún nos falta a nosotros.
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